miércoles, 5 de febrero de 2014

Dolor

Hace años juré que no volvería a llorar por una mujer, parece que mis ojos recuerdan ese juramento pues las lágrimas no brotan.

Sin embargo ese dolor en el pecho, cual daño provocado por un filoso acero, se mantiene allí, encorvando mi postura, haciéndome sentir la amargura de la realidad.

¿Y cuál es la realidad?

La soledad es la única realidad, la soledad de una existencia fuera del tiempo, la soledad que trae siempre la eternidad, el vacío de quien siguió avanzando en busca de la vida eterna dejando todo atrás, dándose cuenta que al frente solo queda el vacío del universo, detrás los recuerdos y aquí, junto a mi, la nada que consume cualquier esperanza.

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