lunes, 24 de junio de 2013

Paulo Coelho

Hace poco me preguntaron el porqué de mi aversión hacia Paulo Coelho... Bueno, no es algo tan sencillo de explicar.

Dicen que "Los ojos son la ventana del alma". Una frase muy cierta a la cual yo agregaría que "y las letras son la puerta y el tapete de bienvenida".

Lo cierto es que por las palabras podemos saber más de la personalidad de una persona que conversando con ella frente a frente. En los escritos, por burdos que sean, podemos ver sus miedos, sus inquietudes y hasta el humor que tenía en el momento de escribir, y no solo por lo que escriben, sino también por la forma en que escriben, las palabras que usan, las puntuaciones... En fin, podemos conocer realmente el alma de una persona a través de sus escritos.

¿Que pasa con Paulo Coelho?

Pues bien, en sus letras se presenta un sentido de superioridad y egolatría excelsas, en el fondo se muestran pensamientos y actitudes que hacen creer que al escribir pasaba por su mente algo como "Los pobres ingenuos están perdidos, y yo soy su salvador, su guía, su camino... sin mi están perdidos".

Egolatría, narcisismo y un claro hábito de mirar a las personas como seres inferiores a sí mismo. Sin embargo eso no es todo. Hay personas que actúan de esa manera que no me son tan molestas, pues son tan evidentes que a veces resulta gracioso mirarles subir dos escalones solo para parecer más altos que los demás. Pero Paulo Coelho no exterioriza esa vanidad, sino que recubre su peyorativa actitud conun aura de compasión.

Digamos que vemos a un anciano enfermo por la calle y alguien comenta: "Ese hombre apesta, retirenlo de allí". Obviamente esa persona y su actitud peyorativa me causa asco y a más de uno de ustedes reprocharán sus comentarios. Ahora imaginen que otra persona dice: "Pobre hombre que no ha sido tan afortunado como yo, siento pena y lástima por él que ha nacido desdichado". En este punto a mi me causa asco también, pues es el mismo sentido de superioridad que el del primer individuo, pero lo recubre con tanta pompa y retórica que es imposible reprocharle nada, no se le puede indicar que no considere a todas las personas como iguales y, más de uno, le aplaudirán su comentario que denigra tanto al anciano como a quienes escuchan dicho comentario.

Esa es la razón de mi aversión a sus libros y a su persona. Estoy mal? muy probablemente, pero hay algunas personas de cuya compañía no disfruto.