lunes, 22 de julio de 2013

¿A que tienes derecho?

¿A que tienes derecho? ¿al dolor?, ¿al sufrimiento? ¿al hambre? ¿a la angustia constante? ¿A la continua incertidumbre por el mañana?

Ciertamente estos son los derechos inherentes a todo ser humano que opta por la apatía y el conformismo ante el destino.

Pero incluso el servilismo trae consigo un deseo de progreso, de seguridad, de felicidad. En el momento en que un ser humano levanta una roca para despejar un camino, toma sus herramientas para construir, piensa en nuevas técnicas, nuevas filosofías, nuevas técnicas y rompe con la estática de su existencia, en ese momento el ser humano es merecedor a nuevos derechos.

No temas comer hasta no poder más si tienes hambre. No temas a dormir si no puedes contra el cansancio, no temas a jugar, a reír, a ser feliz, pues tales son los derechos que gana quien ha abierto los ojos cada mañana y ha hecho de su día un símbolo del trabajo y el progreso.

No hay vergüenza en gozar de los derechos que has conquistado, en vivir la vida que has ganado ni en sentirte satisfecho con lo que has hecho, pues en cada movimiento, en cada pensamiento, en cada suspiro has dado sentido a la existencia y no existe pecado en dar gloria a la vida.

Deja que los predicadores de la muerte sigan pregonando el culto al dolor y al sufrimiento, deja que sueñen con reinos de muertos y busquen la iluminación en su propio sufrimiento, pues incluso en su pregonar están glorificando a la vida y en su búsqueda de la muerte están dando uso al don de la existencia.


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