martes, 21 de mayo de 2013

Promesas

El silencio habitual del estacionamiento es roto momentáneamente por el rechinar de las llantas sobre el pavimento.

Roberto, un joven de aproximadamente veintiséis años baja apresurado del auto, olvidando por completo revisar que los seguros de las puertas estén bien colocados o de cerrar la ventana que ha dejado un poco abierta en el lado del conductor.

La mente de Roberto está difusa, perdida en pensamientos nebulosos que embargan su sentir. Un torrente de pensamientos lógicos le dicen que hacer en caso de que las noticias sean las peores que puede imaginar. Ante aquellos oscuros pensamientos y maquiavélicas imaginaciones un ejército igualmente poderoso de ideas positivas y frases alentadoras surgen desde lo más profundo de su alma para evitarle perder toda esperanza.

Caminando apenas conciente de sus acciones está a punto de llegar al elevador cuando algo en su bolsillo le saca de su ensimismamiento.

Rápidamente saca el objeto vibrante de su bolsillo y presiona un botón para leer el mensaje.

"Donde estás?? Ya entró a cirugía"

El mensaje era simple y claro. Guardó el telèfono en el bolsillo de nuevo y se apresuró hacia el elevador.

Mientras el elevador avanza lentamente hacia el lobby del hospital, Roberto comienza a recordar todos los mensajes que había recibido en las últimas tres horas, uniéndolos en una secuencia de horribles hechos.

"Llamaron del hospital, Amanda tuvo un accidente, está en urgencias"

"No sé, creo que la atropellaron, te veo en el hospital"

"Ya llegué, dicen que está delicada y necesita cirugía, que tal vez pierda al bebé. "

Cuando ese último mensaje llegó su pie pisó el acelerador y condujo entre sueños, recordando cada momento que pasó con Amanda.

La puerta del elevador se abre y su cuerpo es solo un títere controlado por hilos invisibles que le guían a través de la gente hasta la sala de espera del área de urgencias.

Al llegar su hermana está allí, de pie frente a un médico de ropas azules que calza unos tenis color blanco recubiertos de tela, un gorro de tela desechable y un cubrebocas que cuelga de su cuello.

El rostro de su hermana está enmarcado en lágrimas que le escurren por las mejillas. La mirada de desolación de la mujer vaticina las palabras que él no desea escuchar.

El médico le mira fijamente, no sabe que es lo que debe decir. Se refugia entre términos médicos suavizados alegando la gravedad de las heridas, se devana explicando los intentos por salvarle la vida y los consecuentes fracasos.

Pero no tiene caso explicar nada. La mente de Roberto se encuentra ausente, soñando con la sonrisa de Amanda aquella tarde de verano en que se conocieron, el brillo de sus ojos el día de su boda, el fuerte apretón de su mano cuando vieron las primeras imágenes ultrasónicas de su hija aun por nacer. El cuerpo de Roberto temblaba, amenazando derrumbarse derrotado mientras sus pensamientos se perdían en el aroma de Amanda, en la suavidad de su piel, en el deleite de su risa, en la calidez de su piel.

Roberto apenas escuchó trágico desenlace en las palabras del médico. Su mente volvió un poco a la realidad cuando el médico comenzó a hablar de su hija que ahora se encontraba en una incubadora, delicada de salud debido a su apresurado nacimiento, pero con grandes esperanzas de sobrevivir.

Una enfermera se acercó a ellos preguntando si era él Roberto, el esposo de Amanda. Apenas conciente asintió y la enfermera puso en sus manos un trozo de papel mientras balbuseaba condolencias.

Sus ojos miraron los débiles trazos de tinta y reconoció la letra de Amanda, temblorosa e imprecisa, pero con la belleza que sólo ella podía impregnar a las palabras.

"El doctor dice que me tienen que operar, la vida de nuestra bebé está en peligro y no podemos esperar.

Le hice prometer al doctor que haga todo lo que pueda por salvar a nuestra hija, incluso si yo tengo que morir para que ella viva.

Se que nos prometimos muchas cosas, prometimos ver el atardecer en una playa virgen, viajar hasta Andalucía y comer queso, montar sobre la espalda de un dragón.

Si lees esto significa que no podremos hacer nada de esto juntos,  pero hay una promesa que debo pedirte. Quiero que todas esas cosas que prometimos hacer juntos las hagas con nuestra pequeña Lucía. Ella necesita un padre que la ame y estoy segura de que tu podrás hacerla el doble de feliz de lo que he sido yo a tu lado.

Adios mi amor, recuerda que siempre te amaré y no olvides ninguna de nuestras promesas. "

Las rodillas de Roberto cedieron chocando estrepitosamente contra el suelo del hospital. Un agudo chillido inundó la sala silenciando todas las conversaciones y atrayendo la mirada de todos al rededor.

Y allí,  tirado en el suelo, Roberto no pudo dejar de llorar.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Decodificando Entidades HTML en android

Hace unos momentos se me presentó la siguiente dificultad.

Una aplicación Android recibe una cadena desde un servidor en internet con acentos codificados con htmlentities. El resultado era algo así en la aplicación:

Magnífica oportunidad
La solución fue utilizar html.fromHtml

String titulo=Html.fromHtml(cadenaDelServidor).toString();

Y el resultado fue:

Magnífica Oportunidad
Suerte con sus aplicaciones.

Google Chrome Crash![solved]

Tras la última actualización de Ubuntu varias cosas dejaron de funcionar, todas ellas relacionadas con Dbus y Nvidia. Y no hablamos de pequeños procesos que nadie sabe para que sirven, sino del Centro de Software Ubuntu, Google Chrome, APT y bueno... supongo que los usuarios noveles estarán quejandose porque la solución no se puede realizar en forma gráfica.